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martes, 4 de agosto de 2015

El festival Wacken Open Air pelea por salir hecho




Thomas Jensen, fundador del festival alemán Wacken Open Air, también conocido como el festival de Heavy Metal más grande del mundo, habló recientemente sobre la economía del evento de tres días de duración.

A pesar de la lluvia, "todos se están divirtiendo", dice Axel Kunkel, alcalde de Wacken, un pueblo agricultor de 1.800 habitantes, sito a poco más de ochenta kilómetros al noroeste de Hamburgo, el cual alberga al evento en cuestión desde 1990. "Me paré en el escenario y lloré como un marrano", confiesa Chris Caffery, guitarrista de Savatage. "Este es el festival más metalero del planeta". Tomó prácticamente veintiseis años en pérdidas llegar a este punto. Wacken, cuya nómina en 2015 incluyó a Rob Zombie en la primera noche (quien sorprendió con "Get On Up" de James Brown y "Blitzkrieg Bop" de Ramones), una colaboración llevada a cabo en dos escenarios entre Savatage y Trans-Siberian Orchestra en la segunda noche y Judas Priest cerrando el festival, contó con la asistencia de 75.000 personas, con mínimo patrocinio corporativo y con la eterna devoción de metaleros provenientes de Alemania y más alla, que arribaron en masa para degustar el show de ciento cincuenta bandas de todo el mundo. Algunos acampan en el barro producto de la llovizna, con una única defensa contra el frío: lo que los alemanes llaman la "campera de cerveza", esa prenda de vestir invisible que aparece luego de unos cuantos litros de alcohol en el organismo.

Pero la belleza de Wacken radica en que todos están dentro del mismo barco: el festival no vende accesos VIP ni upgrades o mejoras y todas las compras son para los tres días, no teniendo la opción de comprar entrada para un solo día, algo que se viene haciendo desde hace una década. El razonamiento: "comunismo", dice Jensen mientras ríe. "Socialismo metalero, la idea de que un chico que es inteligente puede comprar una entrada para Navidad, conseguir una remera gratis y un descuento. Si alguien tiene la fe y confianza (en nosotros) para pagar con un año de anticipación, les tenés que dar algo". Las entradas anticipadas comenzaron vendiéndose en 170 euros, casi 186 dólares. Como en la mayoría de los festivales establecidos (entre ellos, Coachella y Bonnaroo de EE.UU.), Wacken no anuncia los nombres de las bandas que encabezarán la grilla antes que los tickets salgan a la venta. Aún así, la edición de este año se vendió completamente en doce horas y las entradas para la edición 2016 ya se agotaron. "Es dinero que se necesita sumamente", dice Jensen, "para pagar la deuda del año pasado". Y esas facturas están por las nubes debido al personal pago del festival, compuesto por 2.500 personas (un número fácilmente duplicado cuando se necesita ayuda adicional, desde camareros a bomberos locales) y a la insistencia al ponerle a todo el logo propio de W.O.A., desde chopps de cerveza hasta tazas de café, desde servilletas hasta cubertería, incluso la pequeña bandera que adorna las porciones de torta en el backstage:




Es un hecho que Wacken proveé el espectáculo (y uno de primera clase) pero esencialmente deja dinero en la mesa en su decisión de minimizar patrocinios. Este año, la cerveza Beck y el energizante Monster tuvieron presencia en el terreno, pero en general, dice Jensen, prefieren trabajar con compañías que ofrezcan "algo así como un beneficio extra". Por ejemplo, una compañía de jabones podría patrocinar las duchas al aire libre o una compañía de productos para afeitar podría proveer productos "para que todos tengan algo". También importante para los fundadores, quienes son nativos de la ciudad de Wacken, es que los precios en el festival sean módicos. Dósis diarias de "una salchicha y cuatro cervezas deberían costar un monto razonable", agregó.

La grilla de la edición de este año además estuvo compuesta por talentos un poco caros: Sepultura, Queensrÿche, Opeth, Black Label Society, Cradle Of Filth, In Flames y Cannibal Corpse, entre otros, sin mencionar la aparición de Savatage y Trans-Siberian Orchestra en dos escenarios donde, luego que cada una performara durante cuarenta minutos, las dos bandas hicieron un set de favoritos, coordinadas entre los dos escenarios. El evento marcó el primer show de Savatage en una década y el debut de TSO en un festival.


En el backstage, Jensen parece no inmutarse por la presión financiera: "estamos sobreviviendo. Cada año es un desafío y éste será duro. No creo que vayamos a perder dinero, pero las ganancias serán comidas. Así y todo, tenemos que llevarle la mejor experiencia al fan. Si no hacemos eso, no somos exitosos. Es así de simple".


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